sábado, 24 de julio de 2010

Orrores ortográficos

Al igual que muchos de ustedes, realmente disfruto de tomar una postura crítica respecto a las campañas de marketing que veo todos los días. No es una postura crítica destructiva, sino simplemente no puedo evitar observar las acciones de comunicación a las que me enfrento con una mezcla de curiosidad y un sesgo profesional, que me lleva a buscar lo que se puede aprender de lo bueno que hacen otros, y a comentar lo que no me parece tan bueno.

En este sentido, creo que no hay cosa que me caiga peor que los errores ortográficos que logran pasar todos los filtros y que terminan llegando a la calle en una campaña. Un error de ortografía es algo que lamentablemente arruina cualquier aspecto positivo de una acción de comunicación. Desconcentra al público objetivo y hace perder confianza y fuerza al mensaje y a la marca que lo emite. Es algo realmente imperdonable, ya que es algo relativamente fácil de evitar.

No es solo que a los creativos y copies de una Agencia se les pueda escapar un error de ortografía, también tiene que pasar por el área de Cuentas antes de llegar al Cliente, y luego también tiene que pasar por todos los filtros de marketing, incluyendo posiblemente a un gerente y también al responsable de un negocio que solicitó la campaña en primera instancia. Son demasiados filtros para no ser lo suficientemente categóricos con este tipo de errores. 

Si además la campaña es en varios idiomas, las probabilidades de cometer este tipo de errores son mucho mayores, ya que no abundan los traductores con sentido común de negocios, lo que obliga muchas veces a improvisar una traducción casera.

Personalmente, busco evitar esto desde la raiz. Exijo de las Agencias que no permitan que este tipo de errores lleguen hasta mi equipo, y que inviertan en tener gente que se encargue de evitarlo.

El favor no me lo hacen a mi, se lo hacen a ellos mismos.

¿Ustedes como lo hacen?.

jueves, 22 de julio de 2010

Los dogmas y el marketing no se llevan bien



Hace una semana en Argentina se aprobó la ley que iguala los derechos asociados al matrimonio, para parejas del mismo sexo. Viendo la manera en la cual los medios de comunicación han tratado el debate y la evolución de la discusión, es llamativo el poco tino que tuvieron las personas que definieron la estrategia de mensajes de los grupos contrarios a la promulgación de la ley (en particular, la Iglesia) y como se han equivocado en su planteo.

Más allá de que los medios amplifican aquello que les es más conveniente, ha habido errores en la selección de estos mensajes y en no saber gestionar la heterogeneidad de voceros que disponían. Mensajes como los que se han escuchado de "anormalidad", "unión contraria a la naturaleza", "distorsiones sexuales" y otros, ciertamente no ayudaron a acercar opiniones hacia aquellas posturas que buscaban mantener el matrimonio como una institución eminentemente heterosexual.

Creo que la falta de perspectiva que han tenido los estrategas comunicacionales de la postura contraria a esta ley, es la misma que mostramos muchas veces los que tenemos como profesión el Marketing. Es la misma miopía que nos hace pensar que realmente a alguien le importa lo que opinamos los que trabajamos en esto. Para el que nunca haya escuchado la frase, es importante recordarla: "a nadie le importa lo que opine en particular el gerente de Marketing". Lo que es realmente valioso de un buen profesional es justamente su capacidad de escucha de sus Clientes, del mercado y de los diferentes segmentos, tratando de ofrecer el mayor beneficio posible en función de sus escalas de valor, no de las propias. Una persona con esta capacidad, es lo que necesita toda empresa que quiera desarrollar una cultura de marketing real. En este sentido, la Iglesia no es muy diferente a una empresa y la realidad es que se escucha demasiado a sí misma.

Los dogmas usualmente son presa de su propia inflexibilidad...por algo son dogmas. Sin embargo, en una sociedad moderna y democrática como la nuestra, va a ser cada vez más difícil encontrar un apoyo mayoritario desde una posición dogmática, a menos que se adapten y modifiquen algunos de sus mensajes.